sábado, 3 de agosto de 2013

¿Un modelo equivocado?



     El período simbólicamente denominado "década ganada" puede explicarse a partir de los resultados de un modelo de acumulación con inclusión social que comenzó en 2003 y se extiende hasta nuestros días.
     Ahora bien, el desendeudamiento externo sin antecedentes en el país, que llevó a reducir la deuda externa de un monto equivalente al 138% del PBI al 36,5%, no garantiza la relegitimación electoral del modelo el próximo domingo 11 de agosto.
Tampoco asegura un triunfo en las PASO la cuadruplicación de la inversión en la red de agua potable y cloacas o la construcción de autopistas, mucho menos la pavimentación de 38.500 kilómetros de rutas y la incorporación de 5.000 megavatios de energía eléctrica al consumo nacional motorizado por los cinco millones de nuevos puestos de trabajo. Nada de esto garantiza el voto para el oficialismo de cara a las elecciones primarias del mes entrante.
     Que se hayan creado más de 200.000 empresas en estos diez años tampoco influye en las preferencias del empresariado nacional, y tampoco incide en el índice cuantitativo del sufragio que la pobreza se haya reducido del 47,8% al 6,5% y la indigencia del 20,5% al 1,7%. Sin duda, estos datos no convalidan propuestas electorales de ningún tipo.
     Apenas nomás unas 2.800.000 personas pudieron acceder a un haber jubilatorio a pesar de no haber efectivizado los aportes pertinentes. Es decir que cuando, en 2003, sólo el 61% de los adultos mayores cobraban jubilación, hoy ese universo se extiende al 94,3% del total. De más está decir que esta referencia intrascendente no influye en las próximas elecciones. Ni tan siquiera agregándole un sistema de movilidad jubilatoria, por el cual los aumentos a jubilados ya no dependen de la voluntad de un gobierno, sino que están establecidos por ley de acuerdo a un índice. Ciertamente, la jubilación mínima entre 2003 y hoy se incrementó en un 1.343%, pero en definitiva estos ítems no se trasladan a las conjeturas de ningún analista político, porque no inciden en la masa de electores.
     Los estudiantes y docentes no tienen por qué influir en las próximas elecciones; después de todo, que el presupuesto educativo haya aumentado del 3,64% al 6,47% del PBI en esta década ganada no es tan importante. Los docentes aumentaron su salario tan solo en un 514% y se construyeron pocas escuelas, unas 1.580, algo así como unas 150 por año o una cada dos o tres días. Si fuera tan importante, influiría en las próximas elecciones y el oficialismo repetiría que se construyeron nueve universidades y que se multiplicó por ocho la inversión en educación superior. Mejor hacer sin decir demasiado.
     Estos datos no son tan importantes porque seguramente a la universidad llega solamente la clase media, que por cierto se duplicó en estos diez años ya que cuando en el 2003 era una población de 9,3 millones hoy suma 18,6 millones de argentinos. No hay que ser tan negativos, ya que en esta década se alfabetizaron 230.000 adultos y otros 400.000 culminaron sus estudios primarios y secundarios por el plan Fines. Es decir, no solamente la clase media puede acceder a la universidad, también los adultos que pudieron terminar el secundario, de la misma manera que los chicos que recibieron más de tres millones de netbooks mediante el plan Conectar-Igualdad. Nada de esto incide en las elecciones, si votan o no a partir de los 16 años, nada cambia. Los científicos que volvieron al país gracias al plan Raíces después de que Cavallo los mandara a lavar los platos, tampoco incidirán en el resultado electoral.
     La Asignación Universal por Hijo, cuyas condiciones necesarias para su adquisición contemplan la obligatoriedad de la escolaridad y la vacunación del niño, no será determinante en las próximas elecciones, aun cuando se le aplican las 16 vacunas obligatorias de manera gratuita y se le provee de materiales para que estudie, ya que el Estado entregó más de 67 millones de libros en esta década.
     En materia de derechos civiles, la ley de matrimonio igualitario e identidad de género no determinará cambios en el resultado de los comicios. Mucho menos que el índice de homicidios cada 100.000 habitantes se haya reducido de 9,2 a 5,5 ubicando a la Argentina como el tercer país menos inseguro de Iberoamérica, detrás de Cuba y Chile.
     La proyección discursiva de esta década ganada, en la promesa de que se continuará por el camino hasta aquí recorrido, con arreglo a la orientación ideológica del modelo de acumulación con inclusión social, no redundará en beneficios electorales para el oficialismo.
     En la campaña política para las elecciones legislativas de 2009, los comunicadores del Frente Justicialista para la Victoria apostaron al eslogan "nosotros hacemos", desarrollando una estrategia basada fundamentalmente en los logros del modelo, ni más ni menos que en lo hecho. Cuatro años después, repitiendo la proclama pero modificando la estructura sintáctica, los cerebros de campaña del oficialismo recurren al lema "elegir seguir haciendo".
     A poco de recordar el corolario electoral del 2009, surge una especie de interrogante que hasta el menos avezado de los comunicadores políticos se plantearía y el menos doctrinario de los peronistas intuiría: ¿es posible que Perón se haya equivocado al sentenciar que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar? Los encuestadores suelen ser iconoclastas y los comunicadores suelen tropezar dos veces con la misma piedra.

     Mario N. Russo es profesor de Ciencias Políticas e integrante del Centro de Estudios y Análisis Político de la Universidad Nacional del Comahue.

enlace aunque parezca mentira: La Nueva Provincia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario