martes, 26 de marzo de 2013

Clase Media

Clase 
 
medio  
medio culta 
entre lo que cree ser y lo que es 
 una distancia medio grande 
Desde el medio mira medio mal 
a los negritos 
a los ricos a los sabios 
a los locos 
a los pobres 
Si escucha a un Hitler 
medio le gusta 
y si habla un Che 
medio también 
En el medio de la nada 
medio duda 
como todo le atrae (a medias) 
analiza hasta la mitad 
todos los hechos 
y (medio confundida)   a la calle con   cacerola 
entonces medio llega a importar 
a los que mandan(medio en las sombras) 
a veces, solo a veces, se dá cuenta(medio tarde) 
que la usaron de peón 
en un ajedrez que no comprende 
y que nunca la convierte en Reina 
Así, medio rabiosa 
se lamenta(a medias) 
de ser el medio del que comen otros 
a quienes no alcanza a entender 
ni medio.
 

Mario Benedetti

Carta Abierta al Papa de una abuela de la plaza


 Por Sonia Herminia Torres *
Mi muy respetado Francisco:
Mi nombre es Sonia Herminia Torres y soy una de las tantas Abuelas de Plaza de Mayo de la Argentina. Vivo en Córdoba y a esta carta la escribo en esta fecha porque este 26 de marzo, hace 37 años, cambió mi vida en forma intempestiva, abrupta, definitiva. Esa fecha partió mi vida en dos.
Un 26 de marzo, hace exactamente 37 años, los militares de la dictadura más atroz que sufrió nuestro país se llevaron para siempre a mi hija Silvina Mónica Parodi, embarazada de seis meses y medio, y a su esposo Daniel Francisco Orozco. Ella tenía sólo 20 años y él 23. Toda la familia esperaba con amor y alegría la llegada del bebé. Desde esa tarde del 26 de marzo de 1976, los estoy buscando.
Sé con certeza que Silvina tuvo su hijo en cautiverio entre los últimos días de junio y los primeros de julio de aquel año terrible. Supe también que fue varón y que lo separaron de su madre y de toda su familia con posterioridad a su nacimiento.
Como tantos otros hijos de madres cautivas, los militares dispusieron de él como un objeto, dándolo a otra familia y condenándolo a caminar a tientas por la vida, sin saber su origen biológico y sin saber que esta abuela y su familia lo aman y lo han buscado incansablemente. Que lo siguen buscando.
Créame, Excmo. Francisco, que la desa-parición forzada de esos seres tan amados se convirtió en un dolor indescriptible que me acompaña desde entonces.
Ya tengo 83 años, y cada día me levanto con la esperanza de encontrar a mi nieto. De que él llame a mi puerta y me diga: “Hola abuela, ¡aquí estoy!”.
No quisiera partir sin poder ver su cara. Sin poder recrear en sus gestos los de sus padres, mis hijos, que, desde esas fotos en blanco y negro que las Abuelas llevamos siempre en nuestras marchas, nos miran. Porque, suspendidas en el tiempo, sus miradas son un ruego, al igual que nuestro andar sin descanso.
Su llegada al Vaticano, Francisco, ha renovado las esperanzas sobre todo lo que puede el inmenso poder de Dios y de su Iglesia. Es por eso que me dirijo a Usted, como máximo representante de la Iglesia, para pedirle que actúe sobre aquellos que tienen un conocimiento directo de dónde están nuestros nietos y nos digan a quiénes se los entregaron y dónde enterraron a sus padres.
Estoy convencida de que Usted, en este momento histórico, irrepetible, puede interpelar sus conciencias para que reparen de alguna manera el daño que han infligido.
Después de años de tristeza y desazón que han dejado marcas profundas en mi alma y en mi espíritu, deposito mi esperanza en Usted, Santo Padre.
Ya no me queda mucho tiempo. Quisiera rogarle que antes de mi viaje final me ayude a reencontrarme con mi nieto para que juntos podamos ponerles una flor a sus padres, contarle su historia, la mía propia, y juntarnos en el abrazo eterno que sólo permite el amor. Enseñarle que el amor crea mundos o los vuelve a refundar hasta de sus ruinas.
Confío en su corazón y en su inteligencia y en el nuevo lugar que Dios ha elegido para su vida. Sé que para Dios no hay cosas imposibles y que de su mano se podría lograr lo que tanto ansiamos las Abuelas de Plaza de Mayo. Es esa certeza la que me ha impulsado a escribirle desde el humilde lugar de madre y abuela.
Con todo mi respeto y con una gran esperanza, le envío mis mejores deseos en su tan trascendente misión.
* Abuelas de Plaza de Mayo-Filial Córdoba.
fuente: paginaI12

"La diabetes y los imbéciles"

 (Dr. Matías Pandolfi, Conicet-UBA)

El día martes 12 de marzo de 2013 CFK presentó el Plan Argentina Innovadora 2020, en donde lo más importante que se anuncio fue un incremento en un 670% de la inversión que hace el Estado en Ciencia y Tecnología. También se mostró cuáles eran las áreas prioritarias para el desarrollo del país para que los científicos nos enfoquemos en ellas. Cualquier científico que apoye este modelo de país y no se considere a sí mismo un patético aplaudidor de oficialismos (como muchos que uno ve a diario y a los que recuerda aplaudiendo siempre, siempre) podría hacer críticas a este proyecto. Uno podría decir: i) cuánto anuncio que hacen cuando el Conicet hace meses no nos paga los fondos de los proyectos de investigación que ganamos en concursos abiertos; ii) cuánto anuncio que hacen cuando el Conicet hace durar 6 años proyectos que son para 3 años sin aumentarte un peso el financiamiento desde 2008; iii) cuánto insisten con la vinculación investigador-empresario pero qué solos nos deja el Estado frente a esa relación desigual; iv) cuánto insisten con la ciencia aplicada cuando es algo que no existe: lo que sí existe -y no lo entienden- son las aplicaciones de la ciencia; v) cuánta mentira en torno a la repatriación de científicos con el único objetivo de llegar a 1000 desfavoreciendo a los que apostaron por su país siempre para hacer sus estudios de postgrado. Es decir, cualquier opositor o cualquier persona que acompaña la idea podrían ser críticos como lo estoy siendo yo con el único objetivo de mejorar una propuesta como esta desde la propia experiencia personal de quienes estamos en el tema. Pero no, es mucho más fácil comer comida predigerida y tomar 40 segundos de un discurso de 40 minutos y aislar una frase sacada de contexto que por un lado no es nada descabellada y por el otro lado nada aporta a lo que se estaba presentando en ese acto. Los imbéciles tomaron como bandera la siguiente frase “la diabetes es una enfermedad de ricos”. Para empezar CFK no dijo eso, lo que dijo fue (textual y se puede ver entre los 7:16 y los 7:47): “Hay 80 millones de diabéticos en el mundo que además tienen alto poder adquisitivo. La diabetes es una enfermedad de gente de alto poder adquisitivo porque son sedentarios, porque comen mucho, en fin. OBVIO que es para todos no solamente para los que tienen plata”. Por supuesto la última frase siempre es obviada por los imbéciles. Me recuerda mucho a la frase recortada en 1987 con la que siempre quisieron denostar a Alfonsín cuando dijo después de un intento de golpe de estado “La casa está orden”. A esa frase le seguía algo muy importante que los hijos de puta saltearon y los imbéciles no repitieron, la frase completa decía: “la casa está en orden y no hay sangre en la Argentina”, dato menor no? Que ahora estemos discutiendo sobre las bases genéticas de la diabetes, sobre sus posibles causas autoinmunes, sobre los factores que pueden desencadenarla y su relación con distintos estilos de vida no tiene sentido porque ni los médicos ni los epidemiólogos se ponen de acuerdo (encontré miles de trabajos con grandes e interesantes discusiones. Si tuviera un blog y más tiempo los subiría). No se están generando políticas de estado en base a este dicho ni tiene nada que ver con lo que se estaba presentando: un tubérculo que crece en el norte del país y que mejora mucho la calidad de vida de los enfermos de diabetes. ¿No les parece genial que nuestros científicos estén tratando de mejorar nuestra calidad de vida? A mi sí. ¿No les parece genial que el Estado estimule esta relación tan difícil entre empresas y científicos? A mi sí. ¿No les parece que debemos hacer una crítica desde el conocimiento y no desde la imbecilidad para mejorar esto y para sacar de escena a los aplaudidores de todo oficialismo? A mi sí. Así que amigos, dejemos de lado la imbecilidad y démosle espacio a la inteligencia aunque lamentablemente la imbecilidad sí es un problema de las clases de mayor poder adquisitivo que en general se encuentran afectadas por lo que denomino “pereza intelectual”.
fuente:click here

jueves, 7 de marzo de 2013

GRACIAS COMANDANTE



Por Hugo Presman



Comandante, ahora que se fue, quedándose para siempre, permítame que en un supremo gesto de inmodestia le cuente lo que Ud. significó para un pequeñísimo militante latinoamericano. Lo hago bajo el clima de la conmoción que su muerte significa, pero seguro que en esta historia personal queda reflejada con matices y diferencias las de una generación de luchadores. Ya habrá tiempo para contar lo sucedido desde Ud.



Su muerte me lleva a otras muertes de figuras queridas. Tenía 6 años cuando en una fría noche de julio cenaba con mis padres antiperonistas en una pequeña aldea de las colonias judías de Entre Ríos, cuando a las 20 y 25 la radio informó de la muerte de Evita. Era muy chico y aldeano y la única pregunta que se me ocurrió fue ¿quién le cocinará ahora a Perón? Cuando adolescente ingresé a la izquierda nacional que también influyó muchas décadas después sobre Ud., y comprendí lo que significó Evita; entonces pude llorarla y recordarla diariamente los cuarenta y cinco años posteriores. Estudiante universitario, derramé lágrimas por la muerte del Che en Bolivia, en la primavera de 1967, por su enorme estatura que contradecía sus errores estratégicos. Años más tarde maldije conmovido el suicidio de Salvador Allende cuyo último discurso, bajo las bombas que caían sobre la Moneda, el 11 de septiembre de 1973, es uno de los más conmovedores que se hayan pronunciado: ¿recuerda Comandante aquellas palabras del Chicho?: “¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos……Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria…..Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.” 

Un 1° de julio de 1974 murió Perón, y el hombre por el cual habíamos luchado por su regreso, abrió un enorme agujero que terminó llevándose a una generación en los años de plomo. Sorpresivamente, cuando la historia de los pueblos parecía clausurada, un hombre del Sur despertó las esperanzas perdidas; pero un día primaveral, feriado por la realización de un censo, Kirchner murió y el dolor fue desgarrador. Y ahora Ud. Comandante. Un cáncer logró lo que sus enemigos desearon pero no pudieron, allí en las elecciones donde fue imbatible.

¿Sabe una cosa Comandante? Ud. concretó algo así como el peronismo venezolano. Para ello fueron necesarias dos circunstancias históricas: el “caracazo” del 27 de febrero de 1989 y la caída del Muro de Berlín en noviembre del mismo año. Hijo de ambos hechos históricos, intentó un golpe en febrero de 1992, en una Venezuela donde el 72% era extremadamente pobre y el 30% padecía de desnutrición, devastada por el Pacto de Punto Fijo que garantizaba la alternancia de los dos partidos mayoritarios. Seis años más tarde llegó al gobierno por elecciones. Y empezó a haber una luz en la oscuridad inenarrable del neoliberalismo. Confirmando la aseveración de Shakespeare, afirmación puesta en boca de uno de sus personajes: “la oscuridad más profunda es la que precede al amanecer”, se sumaron en la década siguiente, Lula, Tabaré, Bachelet, Evo, Correa, Lugo, Kirchner.

Ya no estaba sólo Hugo. Ahora la idea más revolucionaria del siglo XIX, la unidad latinoamericana que enarboló como nadie invocando y predicando a Bolívar, tenía los actores necesarios para corporizarse. Imagínese lo que significó para los que nos formamos en la izquierda nacional que siempre levantamos esa bandera, que Ud. la enarbolara como nadie; la misma por la cual fueron asesinados o exiliados los emancipadores que la sostuvieron en el siglo XIX. 

Empezaron a suceder concreciones impensables: la consolidación del Mercosur, la creación de la UNASUR y del ALBA; el no al ALCA, en una alianza de epopeya en Mar del Plata con Néstor y el apoyo de Lula.

Reuniones de presidentes donde el lenguaje y las propuestas despertaban las utopías incumplidas del siglo XIX y algunas de los setenta del siglo XX. Eran tan notables que un día, mirando por televisión un encuentro de mandatarios en Buenos Aires, allá por el 2007, escribí una nota que se llamaba “El televisor de los sueños” que en un párrafo decía: “Tengo un televisor que transmite los sueños. Que trae imágenes del futuro. En colores. Con mucho verde esperanza. Ayer mi televisor enloqueció. Aparecieron imágenes de un acto en Casa de Gobierno. Con la presencia de los presidentes Lula, Evo, Duarte, Chávez, Correa, Kirchner y Cristina Fernández. Y mucha gente especialmente invitada. Era por el lanzamiento de Banco del Sur. Un sueño. Una locura. Una utopía. Claro que para verlo hay que tener esta excentricidad que es el televisor de los sueños. Que trae al presente imágenes vistas en las utopías juveniles. Con gente vitoreando “Patria si Colonia no.” Si, ahí mismo donde hace apenas una década se proclamaban las relaciones carnales, la idea de la colonia próspera entrando de rodillas al primer mundo. Donde se llegó a importar caca francesa. Ahí donde se aplaudía aquello de “ramal que para, ramal que cierra”. Ahí donde hoy están sentadas las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, se promulgaban las leyes de la impunidad y el indulto. Entre el público alcancé a avizorar a muchos de los que aplaudían lo contrario de lo que hoy se hace. Por la humedad de los ojos alcanzo o imagino leer una frase de Marx: “En la historia, como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”. Está hablando Evo. En su voz y en su piel está buena parte de la historia de las venas abiertas de América Latina……”. Es cierto que se va Comandante y el Banco del Sur no se concretó. Pero hay muchas otras que sí se llevaron a la práctica: En Venezuela, los olvidados que no conocían en su vida un médico y eran analfabetos, accedieron a la salud y a la educación. Bajó la pobreza a la mitad y sólo durante el 2011 repartió 146.000 viviendas, mientras catorce millones de venezolanos acceden a alimentos subsidiados por el Estado y el 61% de la población compra alimentos en puntos de venta del Estado. Por eso cuando el poder económico dio su golpe el 11 de abril del 2002, cuando lo detuvieron y lo llevaron a una isla con el fin de fusilarlo, los que recuperaron la dignidad gracias a Ud. bajaron de los morros y consumaron su 17 de octubre. Desde entonces Ud. fue más peronista que mucho de los que se olvidaron de Perón en nuestro país.

Tengo críticas para formularle Comandante, pero lo dejaré para otra oportunidad. Quiero recordarlo como ese conversador encantador, ese orador brillante, ese militar con una sólida formación que abrevaba en la historia latinoamericana para desentrañar el presente. 

En los últimos años se enamoró de “El loco Dorrego” de Hernán Brienza, difundió “Historia de la Nación Latinoamericana” de Jorge Abelardo Ramos; y como el Pepe Mujica, no dejó de recordar aquella frase precisa del “Colorado”: “América Latina no se encuentra dividida porque es “subdesarrollada” sino que es “subdesarrollada” porque está dividida. El subdesarrollo es hijo de la división, y, por eso mismo, es decisivo resolver la cuestión nacional.” En su último mensaje a la CELAC citó a otro hombre de la izquierda nacional, escribiendo: “Tiene razón el escritor argentino Norberto Galasso: Lo que pudo ser la victoria de la Patria Grande se convirtió en las veinte derrotas de las patrias chicas. Esta historia no debe repetirse.” Y avanzó sobre lo realizado: “Todo cuanto hagamos por la unidad no sólo estará justificado por la historia sino que además se convertirá en el más luminoso legado que podamos dejarles a las nuevas generaciones. Igualmente, estaremos honrando activamente la memoria de nuestros Libertadores y Libertadoras. En la CELAC, como quería Bolívar, hemos vuelto a ser una sola Patria.” Generoso como nadie, ayudó a quien lo necesitara, ya sea Cuba, Nicaragua o la Argentina.

Recuerdo a Helder Cámara, el obispo brasileño que me parece que me dice: “Cuando uno sueña solo, es sólo un sueño, cuando soñamos juntos, comienza a construirse otra realidad.” 



Comandante: en este momento de la despedida quiero agradecerle estos años donde pude presenciar cómo recuperaba y concretaba algunos de los sueños juveniles que le dieron sentido a nuestras vidas. Cuando uno está mucho más cerca de la partida que de la llegada, eso tiene un valor que tal vez Ud. nunca haya imaginado. Vaya a encontrarse con San Martín, con Bolívar, con Miranda, con Simón Rodríguez, con Moreno, con Monteagudo, con Artigas, con Dessalines, con Martí, con Morazán, con Sandino, con el Che, con Perón, con Manuel Ugarte, con Ramos, con Spilimbergo, con tantos otros de los patriotas latinoamericanos que soñaron y lucharon por las mismas banderas que Ud. 

Como bien dijo el licenciado en filosofía Ricardo Forster: “Chávez sacó del desván las estatuas de nuestros libertadores y los puso a caminar de nuevo.”

También hay muchos que brindan por su muerte. Son los miserables, émulos de aquel energúmeno franquista, Millán de Astray, que entró en la Universidad de Salamanca al grito de ¡Viva la muerte!

Son los mismos que denostaron en vida a Bolívar y San Martín. Son los que lo injuriaron desde los medios hegemónicos, que Ud. fue el primero en desenmascarar.



Allá van para despedirlo sus últimos compañeros de lucha, los presidentes Dilma, Cristina, el Pepe Mujica, Correa, Evo, y seguramente los compañeros Lula y Lugo. 

Dejo acá porque como escribió Tato Pavlovsky: “Me detengo aquí porque tengo ganas de llorar y cuando lloro no puedo escribir.” Sólo me queda decirle: Gracias Comandante. De fondo escucho la canción de Pepe Guerra en la voz de Los Olimareños que parece tan oportuna para estas horas dolorosas: “Los sueños que había querido/ Crecerán, aunque no estoy /Ya no vivo, pero voy/En lo que andaba soñando./ Y otros que siguen peleando/ Harán nacer otras rosas.../En el nombre de esas cosas/Todos me estarán nombrando. …. / Mis manos son las que van/ En otras manos, buscando/ Mi voz.. ¡la que esta gritando!/ Mi sueño, el que sigue entero./ Y sepan que solo muero/ Si ustedes van aflojando/ Porque el que murió peleando,/ Vive en cada compañero.”

fuente clic aquí