domingo, 30 de diciembre de 2012

EL FASCISMO ASESINO A VICTOR JARA

 

30/12/12.- “¡A ese hijo de puta me lo traen para acá”, gritó el oficial apuntando con su dedo a Víctor Jara, quien junto a unos 600 profesores y estudiantes de la UTE ingresábamos prisioneros con las manos en la nuca y a punta de bayonetas y culatazos al Estadio Chile la tarde del miércoles 12 de septiembre de 1973. Era el día siguiente del golpe fascista. El día antes, el 11, Víctor debía cantar en el acto que se realizaría en la UTE, donde nuestro rector Enrique Kirberg recibiría al presidente Allende, quien anunciaría el llamado a plebiscito al pueblo de Chile. Sin embargo, la voz de Allende fue apagada en La Moneda en llamas y la guitarra de Víctor quedaría allí, destrozada por la bota militar en el bombardeo de la UTE, como testimonio más de la barbarie fascista.
“¡A ese hijo de puta me lo traen para acá”, repitió iracundo el oficial. Casco hasta los ojos, rostro pintado, metralleta al hombro, granada al pecho, pistola y corvo al cinto, balanceando su cuerpo tensado y prepotente sobre sus botas negras.
“¡A ese huevón, a ese!”. El soldado lo empuja sacándolo de la fila.
“¡No me lo traten como señorita, carajo!”. Ante la orden, el soldado levanta su fusil y le da un feroz culatazo en la espalda de Víctor. Víctor cae de bruces, casi a los pies del oficial.
“¡Che, tu madre! Vos sos el Víctor Jara huevón, el cantor marxista, ¡el cantor de pura mierda!”. Y, entonces, su bota se descarga furibunda una, dos, tres, diez veces en el cuerpo, en el rostro de Víctor, quien trata de protegerse la cara con sus manos, —ese rostro que cada vez que lo levanta esboza esa sonrisa, que nunca lo abandonó hasta su muerte—. Esa misma sonrisa grande con que cantó desde siempre al amor y a la revolución.
“Yo te enseñaré, hijo de puta, a cantar canciones chilenas, ¡no comunistas!”.
El golpe de una bota sobre un cuerpo indefenso no se olvida jamás…. El oficial sigue implacable su castigo, enceguecido de odio, lo increpa y patea. La bota maldita se incrusta en la carne del cantor. Nosotros, apuntados por los fusiles contemplamos con horror la tortura de nuestro querido trovador y pese a la orden de avanzar nos quedamos transidos frente al horror. Víctor yace en el suelo. Y no se queja. Ni pide clemencia. Sólo mira con su rostro campesino al torturador fascista. Este se desespera. Y de improviso desenfunda su pistola y pensamos con pavor que la descerrajará sobre Víctor. Pero, ahora le golpea con el cañón del arma, una y otra vez. Grita e increpa. Es histeria fascista. Y, entonces, la sangre de Víctor comienza a empaparle su pelo, a cubrirle su frente, sus ojos… Y la expresión de su rostro ensangrentado se nos quedaría grabada para siempre en nuestras retinas…
El oficial se cansa y de pronto detiene sus golpes. Mira a su alrededor y advierte los cientos de ojos testigos que en una larga hilera lo observan con espanto y con ira. Entonces, se descompone y vocifera.
“¡¿Qué pasa, huevones?! ¡Que avancen estas mierdas! Y a este cabrón —se dirige a un soldado— me lo pones en ese pasillo y al menor movimiento, lo matas, ¡lo matas!, ¿entendiste, carajo?!”.
El Estadio Chile se iba llenando rápidamente con prisioneros políticos. Primero, 2 mil, luego seríamos más de 5 mil. Trabajadores heridos, ensangrentados, descalzos, con su ropa hecho jirones, bestialmente golpeados y humillados. El golpe fascista tuvo allí, como en todas partes, una bestialidad jamás vista. Las voces de los oficiales azuzando a los soldados a golpear, a patear, a humillar esta “escoria humana” a la “cloaca marxista”, como lo espetan. Hasta hoy día la gente nos pregunta si los miles de prisioneros del Estadio presenciaron estas torturas de Víctor y la respuesta es que, sólo unos pocos, sus compañeros de la UTE y los más cercanos, ya que el destino y la vida de cada uno estaba en juego y, además, el Estadio Chile era un multiescaneario de horror, de la bestialidad más despiadada… Allí arriba un oficial le cortaba la oreja con su corvo a un estudiante peruano, acusándolo por su piel morena de ser cubano. Allá, un niño de unos 12 años, de repente se levanta de su asiento y llamando a su padre corre enloquecido entre los prisioneros y un soldado le descargaba su ametralladora. De pronto un soldado tropieza en las graderías con el pie de un obrero viejo y “El Príncipe”, que así se hacía llamar uno de los oficiales a cargo, desde lo alto de los reflectores que nos enceguecían, le ordena que le golpee y el soldado toma el fusil por su cañón y quiebra su culata en la cabeza del trabajador, que se desangra hasta morir. Un grito de espanto nos sobrecoge. Desde lo alto de la gradería, un trabajador enloquecido se lanza al vacío al grito de “¡Viva Allende!” y su cuerpo estalla en sangre en la cancha del estadio. Enceguecidos por los reflectores y bajo los cañones de las ametralladoras llamadas “las sierras de Hitler” siguen llegando nuevos prisioneros.
Víctor, herido, ensangrentado, permanece bajo custodia en uno de los pasillos del Estadio Chile. Sentado en el suelo de cemento, con prohibición de moverse. Desde ese lugar, contempla el horror del fascismo. Allí, en ese mismo Estadio que lo aclamó en una noche del año 69 cuando gana el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, con su Plegaria de un labrador:
Levántate
Y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano
Junto iremos unidos en la sangre
Hoy es el tiempo que puede ser mañana.
Juntos iremos unidos en la sangre
Ahora y en la hora
de nuestra muerte, amen
(fragmento)
Allí es obligado a permanecer la noche del miércoles 12 y parte del jueves 13, sin ingerir alimento alguno, ni siquiera agua. Víctor tiene varias costillas rotas, uno de sus ojos casi reventado, su cabeza y rostro ensangrentados y hematomas en todo su cuerpo. Y estando allí, es exhibido como trofeo por el oficial superior y por “El Príncipe” ante las delegaciones de oficiales de las otras ramas castrenses y cada uno de ellos hace escarnio del cantor.
La tarde del jueves se produce un revuelo en el Estadio. Llegan buses de la población La Legua. Se habla de enfrentamiento. Y bajan de los buses muchos presos, heridos y también muchos muertos. A raíz de este revuelo, se olvidan un poco de Víctor. Los soldados fueron requeridos a la entrada del Estadio.
Entonces, aprovechamos de arrastrar a Víctor hasta las graderías. Le damos agua. Le limpiamos el rostro. Eludiendo la vigilancia de los reflectores y las “punto 50”, nos damos a la tarea de cambiar un poco el aspecto de Víctor. Queremos disfrazar su estampa conocida. Que pase a ser uno más entre los miles. Un viejo carpintero de la UTE le regala su chaquetón azul para cubrir su camisa campesina. Con un cortauñas le cortamos un poco su pelo ensortijado. Y cuando nos ordenan confeccionar listas de los presos para el traslado al Estadio Nacional, también disfrazamos su nombre y le inscribimos con su nombre completo: “Víctor Lidio Jara Martínez”. Pensábamos, con angustia, que si llegábamos con Víctor al “Nacional”, y escapábamos de la bestialidad fascista del “Chile”, podríamos, tal vez, salvar su vida.
Un estudiante nuestro ubica a un soldado conocido, le pide algo de alimento para Víctor. El soldado se excusa, dice que no tiene, pero más tarde aparece con un huevo crudo, lo único que pudo conseguir, y Víctor toma el huevo y lo perfora con un fósforo en los dos extremos y comienza a chuparlo y nos dice, recuperando un tanto su risa y su alegría: “En mi tierra de Lonquén así aprendí a comer los huevos”. Y duerme con nosotros la noche del jueves, entre el calor de sus compañeros de infortunio y, entonces, le preguntamos qué haría él, un cantor popular, un artista comprometido, un militante revolucionario, ahora en dictadura, y su rostro se ensombrece previendo, quizás, la muerte. Hace recuerdos de su compañera, Joan; de Amanda y Manuela, sus hijas; y del presidente Allende, muerto en La Moneda; de su amado pueblo, de su partido, de nuestro rector y de sus compañeros artistas. Su humanidad se desborda aquella fría noche de septiembre.
El viernes 14 estamos listos para partir al Nacional. Los fascistas parecen haberse olvidado de Víctor. Nos hacen formar para subir a unos buses, manos en alto y saltando. Y las bayonetas clavándonos. En el último minuto, una balacera nos vuelve a las graderías.
Y llegamos al fatídico sábado 15 de septiembre de 1973. Cerca del mediodía tenemos noticias que saldrán en libertad algunos compañeros de la UTE. Frenéticos empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres, diciéndoles solamente que estábamos vivos. Víctor sentado entre nosotros me pide lápiz y papel. Yo le alcanzo esta libreta, cuyas tapas aún conservo. Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento. De improviso, dos soldados lo toman y lo arrastran violentamente hasta un sector alto del Estadio, donde se ubica un palco, gradería norte. El oficial llamado “El Príncipe” tenía visitas, oficiales de la Marina. Y desde lejos vemos cómo uno de ellos comienza a insultar a Víctor, le grita histérico y le da golpes de puño. La tranquilidad que emana de los ojos de Víctor descompone a sus cancerberos. Los soldados reciben orden de golpearlo y comienzan con furia a descargar las culatas de sus fusiles en el cuerpo de Víctor. Dos veces alcanza a levantarse Víctor, herido, ensangrentado. Luego no vuelve a levantarse. Es la última vez que vemos con vida a nuestro querido trovador. Sus ojos se posan por última vez, sobre sus hermanos, su pueblo mancillado.
Aquella noche, nos trasladan al Estadio Nacional y al salir al foyer del Estadio Chile vemos un espectáculo dantesco. Treinta y cuarenta cuerpos sin vida están botados allí y entre ellos, junto a Litre Quiroga, director de Prisiones del Gobierno Popular, también asesinado, el cuerpo inerte y el pecho perforado a balazos de nuestro querido Víctor Jara. 42 balas. La brutalidad fascista había concluído su criminal faena. Era la noche del sábado 15 de septiembre. Al día siguiente su cadáver ensangrentado, junto a otros, sería arrojado cerca del Cementerio Metropolitano.
Esa noche, entre golpes y culatazos ingresamos prisioneros al Estadio Nacional. Y nuestras lágrimas de hombres quedaron en reguero, recordando tu canto y tu voz, amado Víctor, Víctor del Pueblo:
Yo no canto por cantar
Ni por tener buena voz
Canto porque la guitarra
Tiene sentido y razón.
Que no es guitarra de ricos
Ni cosa que se parezca
Mi canto es de los andamios
Para alcanzar las estrellas


Fuente:telesur

martes, 11 de diciembre de 2012

Muerte a los economistas (con humor)

Muerte a los Economistas. Los peores ladrones sobre la faz de la tierra.

Ahora sí. Me cansé. Yo soy bueno, tengo paciencia, escucho a todos los camaradas. Pero cuando se va todo a la mierda, se va todo a la mierda.
Y hoy, camaradas, se fue todo a la mierda.
¿Es por la foto de Macri en el comité de la UCR junto a Hermes Mi Sangre Binner, Cobos y Ricardito?
No.
¿Es porque el modelo de Armani, Julio Cesar Falcioni, dejó de ser el técnico de Boca?
Tampoco.
¿Es porque los amigos de la patronal, Paula y Peter, expulsaron a la candidata del Pueblo, Andrea Rincón?
Puede ser.

En realidad, vamos a ser sinceros, es porque no está pasando nada, y sobre algo tengo que escribir...que sino la revolución se queda dormida en el sillón del living mirando el programa de Canosa.

Ustedes saben, camaradas, que yo odio a los defensores de animales, a los astrólogos y a los economistas.
A los defensores de animales (los peores asesinos que ha visto la humanidad) vamos a dejarlos ahí, intactos por ahora. Ya me ocuparé de ellos en otra ocasión.
Hoy voy a dedicarme a los astrólogos y a los economistas.
Unos son unos chantas que en base a conocimientos flojos de papeles dicen que pueden adivinar el futuro. Los otros, bueno, escriben el horóscopo en las revistas.
Pobres los astrólogos, en realidad no los odio tanto.
Voy a ocuparme de los economistas. A esos sí, guillotina.

A mi lo que me enerva de los economistas son sus 2 pasiones:
1-Predecir el futuro.
2-Equivocarse siempre.

La joda es así. En algún momento remoto de la historia, algún hijo de puta empezó a correr la bola de que la economía es una ciencia exacta, que sumás 2 más 2 y te da 4 siempre. Y que basándose en ecuaciones estáticas se podía predecir el futuro de una empresa, de un país, de una región. Pero esos no son los peores, no no. Mucho peor son los hijos de mil puta que les creyeron. Y les siguen creyendo.
Sí, camaradas. Así como escuchan. Quién, sino los economistas, dirigen el rumbo de los bancos y las grandes entidades financieras que condujeron a este y a todos los países del mundo a las peores crisis que haya vivido la humanidad?
Mamá me contó un dato interesante: El FMI 2 veces por año organizan reuniones muy paquetas con organismos financieros internacionales donde toman champán, comen sanguchitos de lomito ahumado y le meten los cuernos a sus mujeres que ya les están metiendo los cuernos a ellos desde antes de casarse. En fin, el objetivo de estas reuniones es analizar la situación económica internacional y vaticinar el futuro. Tienen, como lo llaman ellos, un "Comité de Crisis" que se encarga...adivinen...¡MUY BIEN RICARDITO! de predecir las crisis. Bueno, cuestión, estos monigotes estudian 80 países hace 20 años. En estos 20 años, esos 80 países tuvieron 184 recesiones de las cuales el FMI solamente pudo prever 24. Sí, de 184, acertaron 24. Y por el contrario, de las 250 crisis que ellos vaticinaron en los países que no se adecuan a sus "consejos", solamente acertaron un 15%.
¿Cuál es la joda? Bueno, es sencillo, los países que se adecuan a sus fórmulas están exentos de las predicciones lapidarias que emite el Fondo. Mientras que los países que no siguen al pie de la letra sus consejos, están destinados a una muerte lenta y dolorosa.
Escuchen lo más divertido de todo: Anne Kruegger (capa del FMI) dice que ellos no pronostican las crisis en la que caen los países que siguen sus fórmulas porque el mero hecho de anunciarlas podría asegurar su cumplimiento. Entonces, dice Kruegger, ellos podrían pronosticar las crisis y ser más precisos en sus mediciones, pero no lo hacen porque sería..."irresponsable"
Parece una joda, ya se.

Quiero aclarar, camaradas, que mi odio hacia los economistas no distingue ideologías. Yo detesto tanto a los que me dicen que el año que viene voy a tener que comerme los zapatos de mamá porque ya no habrá comida en el mundo, como a los que aseguran que el 2013 me encontrará nadando en un mar de dólares blue.

PATRIA O MUERTE A LOS ECONOMISTAS.
VENCEREMOS.
Fuente: Pibe Trosko

domingo, 9 de diciembre de 2012

Reflexión apurada de alguien que no entiende niente


bien creo que los cacerolos y sus jefes, no son tontos aunque me han demostrado no ser inteligentes una y otra vez, tal vez esta vez sepan "LEER" los acontecimientos (festejos de la democracia) , yo que soy una persona que anda a pata por el camino del entendimiento, pude darme cuenta que la manifestación multitudinaria, fue una boca de urna del 2013, haciendo una analogía con el ajedres, ¡aprendan a jugar muchachos !!!! las reglas de este juego las puso el pueblo Hace 29 años, y por fin se están haciendo respetar, aceptalo o no jugas es así , si no respetas las reglas quedas fuera de juego, me extraña que siendo tan inteligentes no se hayan dado cuenta aún.
Hoy me doy cuenta de como funciona la democracia, y si ya me di cuenta, y creo que algunos millones mas también, subimos un escalón y vimos un horizonte que estaba medio borroso, ahora lo vemos claro, ya no queremos bajar, no vamos a bajar, así que como dijo el gran filosfo Guillermo Moreno , metete las cacerolas por ahí, y empezá a jugar respetando las reglas