viernes, 20 de abril de 2012

Crónica de tiros, estafas y elefantes
Juan Carlos sale del hospital tras recibir tratamiento por su accidente de caza.
Imagen: EF

Transformado en héroe de la democracia, el rey trató de hacer olvidar a sus ciudadanos su oscuro pasado y se dedicó a hacer lobby por las incipientes multinacionales que se gestaban al calor de la política neoliberal.

Por Oscar Guisoni

La monarquía española está en problemas. Y serios. La virulencia de la crisis económica junto a los errores gruesos cometidos por un monarca que parece no haberse dado cuenta de que afuera arrecia la tormenta han puesto a la casa real en un apuro del que cada vez le resulta más difícil salir. La crisis de legitimidad, una marca en el orillo de los Borbones desde el comienzo mismo del reinado de Juan Carlos I, amenaza con llevarse puesto al heredero de la corona y puede arrastrar a España a una crisis política de envergadura, ya que la mera discusión en torno de la posibilidad de dotarse de una república ha sido, y sigue siendo, un tema tabú.

A lo largo de su historia España sólo contó con un régimen republicano en dos oportunidades. La Primera República se proclamó el 11 de febrero de 1873 y duró menos que un suspiro. Un golpe de Estado enterró el experimento al año siguiente, el 29 de diciembre de 1874, dando comienzo a la llamada “restauración borbónica”. Durante esos escasos meses se sucedieron cuatro presidentes y hubo tres guerras civiles. La Segunda República tuvo un poco más de fortuna: se proclamó el 14 de abril de 1931 y sobrevivió hasta el 1º de abril de 1939, cuando luego de una cruenta guerra civil que costó más de un millón de muertos, el general Francisco Franco derrotó al bando republicano dando comienzo a una sanguinaria dictadura que habría de durar hasta su muerte, en 1975.

Pero Franco no quería nadie que le hiciera sombra y se llevaba muy mal con la antigua familia real, por lo que hizo lo posible por impedir la restauración borbónica que reclamaba desde el exilio don Juan, el padre del actual soberano. El generalísimo sabía que sólo los Borbones podían disputarle el poder, ya que el surgimiento de una Tercera República era más que improbable. Y don Juan de Borbón jugó todas las cartas para lograrlo: desde coquetear con Hitler y Mussolini hasta ponerse a los pies de Inglaterra luego de que los aliados vencieran en la Segunda Guerra Mundial. Finalmente el dictador y el pretendiente al trono pactaron: Franco se llevaría a Juan Carlos –Juanito como le decía– a educar a España y se atribuiría a sí mismo el poder de designar heredero al trono, con la condición de que el futuro rey asumiría su cargo sólo después de la muerte del tirano. El rey asumiría entonces el rol de gobernante absolutista.

Pero Juan Carlos I entendió rápidamente que su posición era insostenible. Presionado por Estados Unidos y por la propia sociedad española harta de 36 años de dictadura, mantuvo el trono formal y se transformó en una especie de padre y tutor de la transición democrática que terminaría por plasmar la Constitución de 1977, que establece la monarquía parlamentaria como sistema de gobierno. El intento de golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero en febrero de 1981 le dio la oportunidad que esperaba para dotarse de una legitimidad que hasta el momento era más que dudosa. Luego de dudar durante horas, Juan Carlos finalmente llamó a detener el golpe por televisión.

Transformado en héroe de la democracia, el rey trató de hacer olvidar a sus ciudadanos su oscuro pasado y se dedicó a hacer lobby por las incipientes multinacionales que se gestaban al calor de la política neoliberal del socialista Felipe González, primer ministro desde 1982 hasta 1996. Y mientras la economía funcionó, la realeza no se encontró con grandes piedras en su zapato. El soberano como jefe del Estado cumplía también con labores diplomáticas y la familia real se permitía coquetear con la modernidad, otorgando entrevistas a periodistas, enviando a sus hijas a estudiar a la universidad pública o permitiendo a Felipe, el heredero, casarse con una reconocida periodista de TV, aunque no tuviera sangre azul en las venas.

Todo parecía ir viento en popa hasta que en 2008 llegó la crisis económica y los lujos reales comenzaron a ser vistos como excesos por el ejército de desocupados que crecía en las calles. Y aunque ya algunas voces se habían alzado para advertir que el monarca se estaba acercando a la vejez sin que el príncipe heredero gozara de la misma legitimidad que su padre, hubo que esperar a que llegaran los escándalos para que la cuestión tomara forma de conflicto de Estado.

Primero fue su yerno, Iñaki Urdangarín, el que apareció vinculado en una sonora estafa con conexiones políticas. La familia real decidió quitarlo de la foto, pero no fue suficiente. Y mientras la investigación judicial amenazaba con tocar al mismísimo rey, cosa que finalmente se confirmó esta semana, su nieto se disparó un tiro en el pie, accidente que fue comunicado a la opinión pública sin explicar qué hacía un niño de 13 años manipulando armas. Por si fuera poco, el incidente hizo recordar aquel extraño tiro por error con el que el propio rey mató a su hermano Alfonso en 1956 y que lo colocó inmediatamente como heredero al trono.

Su accidente la pasada semana mientras cazaba elefantes en Botsuana fue la gota que colmó el vaso. No sólo por lo caro del capricho, sino por lo inmoral de matar una especie en peligro de extinción. A partir de ahí los acontecimiento se aceleraron. Mientras la clase política hacía la vista gorda mirando para otro lado, los cuestionamientos a la corona prendían en una sociedad cada vez más agobiada por el ajuste permanente. Y aunque ningún medio de comunicación se anima a hacer una encuesta al respecto, muchos temen que la popularidad de la corona haya quedado dañada seriamente. Y todos saben cómo acaba la tormenta cuando comienzan a soplar vientos republicanos.



fuente

miércoles, 11 de abril de 2012

Transporte Bahia Blanca


La desarticulación del Estado Nacional implementada durante la década del 90, bajo los mandatos del Consenso de Washington, generó modificaciones estructurales en los servicios públicos. El sistema ferroviario se encontró entre los más afectados, su desarticulación bajo el precepto de “ramal que para, ramal que cierra” cambió la cotidianeidad de muchos pueblos. Típico de una estructura macrocefálica, la situación en el Área Metropolitana de Buenos Aires condujo a la precarización del sistema. El Estado, en manos de los tecnócratas liberales, buscaba deslindarse de sus responsabilidades básicas, la política de concesiones a empresas privadas constituyó el primer capítulo. Según Dromi & cía las supuestas perdidas de las empresas estatales eran argumento suficiente para deslindarse de ellas. Los hermanos Cirigliano aparecen por estos años.
A principios de los 90 la familia Cirigliano, desde el Transporte Automotor Plaza, sólo contaba con la prestación de las líneas 61 y 62 de la Capital Federal, en un par de años la misma familia se convirtió en grupo y diversificó notablemente su abanico de inversiones, siempre al calor del poder. En 1995, bajo la firma TBA, se hacen cargo de los ramales Mitre y Sarmiento, para facturar 4 años después 600 millones de dólares anuales. La empresa de seguros LUA y los contactos directos con Alberto Fernández durante la presidencia Menem fueron fundamentales para el aumento patrimonial de los Cirigliano. Si continuamos hablando de TBA, las condiciones paupérrimas en las que millones de pasajeros viajan diariamente conduce a postales de traslado de ganado vacuno y directamente a la masacre sucedida en Plaza Once.
El primero de enero de 2008, a 21 días de la asunción legítima de Cristian Breitenstein a la intendencia, arriba el grupo Plaza a la ciudad de Bahía Blanca. Presentado por el gobierno local como la solución final al problema en el transporte público. Plaza se hace cargo de las líneas 509, 512 y 513, antes explotadas por la compañía Rivadavia –fundida- y la línea 503, dejada por la compañía Coronel Estomba. Sólo 7 meses después, el municipio declara la caducidad de los contratos con las empresas La Bahiense y Gonzalez, haciéndose Plaza cargo de las líneas explotadas por estas empresas. Mientras tanto el Intendente llama a licitación para un nuevo sistema de transporte con la promesa de optimizar el servicio, mejorar la calidad de las unidades, la baja de valor del pasaje, etc.
Finalmente el Grupo Plaza resulta beneficiado con tres de los cuatro combos a licitar para toda la ciudad, violando la clausula anti monopólica que establecía un máximo de dos combos por empresa. El 14 de febrero de 2009 significó el último día del servicio de transporte anterior, mientras las empresas Micro Sur, General San Martín y Coronel Estomba se despedían el Intendente Breitenstein presentaba en el Parque de Mayo como un “beneficio para todos”, a las nuevas unidades del grupo monopólico, y ya justificando como “actualización” el aumento del boleto, congelado durante los tres años anteriores a $1,35. Los pedidos de Plaza eran cumplidos por el Ejecutivo en términos de días, mientras que las empresas locales jamás fueron escuchadas.
El sistema fue un engaño: nunca ingresaron a los barrios prometidos, se rompieron las unidades, no contaron con las rampas para discapacitados, no cumplieron con las frecuencias establecidas por el Municipio y en dos años el valor del boleto se duplicó. Hoy, ante la salida engañosa del Intendente Breiteinstein y la asunción de Gustavo Bevilacqua, el Ejecutivo local ante las quejas de los vecinos y los aprietes e incumplimientos empresariales, decide la rescisión del contrato al Grupo Plaza, vigente hasta el 2019. Ante la inminente llegada del servicio municipal ¿los responsables políticos del fracaso podrán brindar las soluciones exigidas por los vecinos de la ciudad?

fuente:lo lei, lo copie y lo pegue de aca

cuando voy a mi trabajo, en una combi, el chofer va escuchando a Cano, y cuando Plaza se hizo "cargo" de los combos, este se canso de preguntar por la clausula antimonopolio violada por ¿....? (no se que poner), lo que se  me da por pensar es que los que dan luz verde a este tipo de cosas (adjudicación de combos a Plaza) no andan en colectivo, no quiero poner la palabra negociado y Brestentein en una misma frase por que no me consta, pero siendo tan colegiado este señor no se dio cuenta que nos engañaban? . Lo que si pondría en una misma frase es la palabra Brestentein y solo le importa su carrera y no escucha a nadie, solo a los empresarios